Un Corgi Toys peruano

Tal y como sucedió en otras partes de Sudamérica con Dinky Toys, Best Box, Mercury, Solido, Schuco, Matchbox y Majorette, la restricción de importaciones impuesta por el gobierno en décadas pasadas habría dado origen a piezas de la famosa casa inglesa empacadas y tal vez ensambladas en Perú

Con toda seguridad, el caso más sonado de este tipo sea el de los Dinky Toys chilenos. Cuando salieron a la luz esas rarísimas piezas de la casa inglesa con colores tan extraños, únicamente se logró establecer su autenticidad y origen gracias al hallazgo de unos pocos ejemplares con caja. Al clásico texto «Dinky Toys» en letras rojas, se sumaban un extraño logo en forma de globo terráqueo formado por dos «G» contrapuestas de modo especular, y el texto «Armado en Arica». Se trataba de piezas con licencia de Meccano, pero que habían ingresado por la zona franca del país sureño, desarmadas, sin pintura y sin caja, para evitar el impuesto establecido en los años 60 a la importación de bienes terminados. Luego, gracias a las investigaciones efectuadas por el coleccionista Jacques DuJardin, se supo que las piezas habían sido ensambladas por la juguetera chilena Gastón Grubner, que también hizo lo mismo con marcas como Best Box (Holanda), Mercury (Italia) y Schuco (Alemania).

Lincoln Continental ensamblada en chile por Gastón Grubner (Gamas43.com)

En Brasil, bajo la misma modalidad, durante las décadas de los 70 y 80, Brinquedos Rei ensambló piezas de Schuco y Siku; Kiko hizo lo propio con licencia de Corgi Toys (para su línea Corgi Juniors), mientras que Inbrima y Roly Toys produjeron miniaturas Matchbox. La francesa Solido tuvos dos países aliados: en Brasil, sus miniaturas fueron ensambladas por Brosol, mientras que en Argentina, contaron con la expertise de Buby. Siguiendo la misma línea, Majorette encargó la producción de sus miniaturas en Brasil a Kiko, y en Argentina, aunque no se sabe bien a qué empresa, también encargó el ensamblaje y empacado de sus modelos.

Publicidad de revista con modelos Matchbox ensambaldos por Roly Toys de Brasil (Toymart.com)

En mayo del 2020, el coleccionista argentino radicado en Arequipa (Perú), Gonzalo Martínez, encontró en su colección una miniatura comprada en Lima durante la segunda mitad de la década de los 80: una patrulla de policía Buick Regal, código J60, fabricada por Corgi Toys para su línea de escala 1/64, Corgi Juniors. A simple vista, podría ser confundida con una más de las tantas variantes de patrullas fabricadas por Corgi en su última época. Sin embargo, una primera pista de su singularidad nos la dan sus ruedas de trébol, una combinación que no se encuentra asociada a esta patrulla en los catálogos más conocidos.

Patrulla Buick Regal con rudas a trébol, Corgi, 1/64 (1987 circa)

Pero una combinación inusual de ruedas no es suficiente para hacer conjeturas. Lo extraordinario salió a la luz con el hallazgo de la caja del Buick Regal. El empaque de la miniatura parece el típico de la última etapa de los Corgi Juniors (1985 -1994), cuando iniciaban su transición del Made in England al Made in China: caja con ventana, fondo azul, logo Corgi blanco con la figura de un auto en rojo. Las diferencias comienzan a notarse cuando nos fijamos que el nombre del modelo, a diferencia de los empaques ingleses, no se encuentra impreso en la caja, sino aplicado con un sticker y escrito en español: «Buick Regal Police Modelo J-60».

Lo más llamativo apareció al voltear la caja, en la parte inferior izquierda. En ese pequeño espacio, se encuentra el siguiente texto:

«Industria Peruana, Made in Perú, Reg. Industrial 25-07 87-06»

Además, encontramos el nombre del «Distribuidor Exclusivo»:

«Lus International S.A.»

Muy probablemente, ese «87-06» nos habla del año de producción. Si vemos el contexto del Perú de Aquellos años, en que existía una política de fuerte restricción a las importaciones impuesta por el gobierno de Alan García, queda bastante claro que esta pieza de Corgi, tal y como sucedió por aquellas épocas en otros países de la región, fue, como mínimo, empacada en Perú por la empresa detallada en la caja.

Bien sabemos los coleccionistas que aunque la base de un modelo diga «Made in GT. Britain», «Made in Italy», «Made in Hong Kong», y un largo etcétera, eso no necesariamente garantiza que el modelo haya sido 100% fabricado en ese país. Tal y como lo demuestran los casos de los Dinky, Best Box, Mercury y Schuco chilenos, los Hot-Wheels y Politoys mexicanos, los Majorette y Solido argentinos, o los Matchbox brasileños, todas piezas fabricadas con licencia de la casa matriz, esto se debía a que las piezas llegaban para ensamblar o se fabricaban en moldes que aún contenían la denominación del país de origen, por lo que la información que nos brindan sus empaques es infinitamente valiosa.

Hasta el momento (2022) sólo se conoce la existencia de siete ejemplares con empaque peruano en todo el mundo, de los cuales dos son patrullas Buick Regal.

De izquierda a derecha: Buick Regal peruano y Buick Regal inglés en la colección de Gonzalo Martínez.

Quiero agradecer de manera muy especial al gran amigo y coleccionista Gonzalo Martínez Bozzo, quien sabiendo de mi especial interés por descubrir y preservar la historia de los autos a escala fabricados en el Perú, accedió a que esta pieza formara parte de mi colección y sea conservada en Lima.

José Luis Ramos

El respeto empieza por casa

El actual desdén que muestra la gran mayoría de coleccionistas por las miniaturas de producción nacional, podría condenar a la desaparición o al olvido a muchas piezas interesantes y únicas en el mundo de los autos a escala 

Cisterna promocional de Shell, escala 1/50 aprox, Hude (Perú)

En la década de los sesenta, en Italia, aparecieron una serie de camiones-cisterna Fiat 690 T1, escala 1/50, de plástico, fabricados por Moplas (Milán); te los regalaban cada vez que ibas a una estación de servicio a llenar combustible, y había uno con la decoración de cada empresa importante presente en el territorio: Shell, Gulf, Esso, Esso Calor, Total, Aral, B.P, Amoco (Standart Oil) y Fina. Gran ausente, Agip, la empresa nacional italiana de energía e hidrocarburos, que debió aparecer con su marca estrella de combustible «Supercortemaggiore», pero la miniatura nunca llegó a producirse.

Algunas variantes de la cisterna Fiat de Moplas

Algunas variantes de la cisterna Fiat 690 T1 de Moplas (Italia)  Quellidellapolistil

Gran parte de estas miniaturas de plástico, baratas, simples, en inicio carentes de cualquier valor coleccionístico, fueron maltratadas y desechadas. Más de cuarenta años después de sus creación, volvieron a aparecer en las páginas de un importante catálogo de miniaturas italianas publicado por el famoso coleccionista (también italiano) Paolo Rampini.

Desde entonces, los precios se dispararon, y los pocos ejemplares hoy existentes, se cotizan, sin caja, por encima de los doscientos euros. Con caja, hablamos de cuatrocientos euros para arriba. La conservación de estas piezas está garantizada.

Cisterna Fiat 690 T1 «Amoco» (Standard Oil), escala 1/50, Moplas Quellidellapolistil

El caso de las cisternas Fiat de Moplas es similar al de muchas otras piezas europeas y estadounidenses, que gracias al interés y al esfuerzo de ciertos coleccionistas, que con verdadera pasión y cariño por la historia de las miniaturas de sus propios países, las investigaron y preservaron, logrando hacer que éstas fueran conocidas y apreciadas por el mundo, obteniendo para ellas, además, una gran revalorización.

Dos ejemplares del Auburn Speedster fabricados en los años 40 en Perú por SIAM Amgmodels

A nivel latinoamericano, la investigación de la industria del autito a escala es casi nula. Los únicos casos en que se ha logrado una reconstrucción relativamente seria de la historia de las miniaturas nacionales, se encuentran en Argentina y en México. En el primero, la investigación se ha dado gracias a la buena tradición coleccionística que existe en el país, y también gracias a la gran pasión automovilística, que se reflejó en una florida producción de miniaturas entre los años treinta y ochenta del novecientos (la más importante en Sudamérica). En el caso mexicano, las investigaciones se han dado de forma más reciente, gracias al creciente interés del mercado europeo y estadounidense por las miniaturas de ese país, donde se produjeron los McGregor (variantes de los Politoys italianos), y los Hotwheels de Aurimat y Cipsa.

Peeping Bomb, escala 1/64, Cipsa-Hotwheels (México) Patricktoys

Volvo PV544, escala 1/43, Metalurgica Quilpué (Chile) Hobbytalk

Sin embargo, son los únicos casos, a pesar de que también hubo una producción importante de miniaturas en otros países de la región:

  • Brazil: Estrela, Roly Toys, Resinta, Mirim, Brinquedos Rei (variantes de Schuco), Juê (Moldes Tekno), Kiko (variantes de Corgi), Brosol (variantes de Solido), Ibrima (variantes de Matchbox), etc.
  • Perú: Basa, Hude, Jet, Trioplast, Toledo, Siam (producidos a partir de moldes Tootsie Toys), etc.
  • Colombia: Juguetes Navidad, Promel Toys, Chico toys (producidos en parte con moldes Tekno), etc.
  • Chile: Dinky Toys y Solido (ensamblados en Arica ), Metalurgica Quilpué (producidos a partir de moldes Tekno), etc.
  • Venezuela: Rotoplast (variantes de Hotwheels), Lokytoys (Matchbox de la serie «Parásitos»), etc.

Una nutrida industria de miniaturas, que sin llegar a ser tan variada como la europea o estadounidense, ha logrado producir piezas de gran belleza, muchas veces variantes hermosas, además de piezas originales y únicas, y también de gran valor histórico, pues son testimonio de épocas, cambios importantes en la sociedad, industria y economía de cada país.

Cisterna Scania Vabis L111 «Petrobras», escala 1/50, Juê (Brazil) Brinquedosraros

Si las cisternas de Moplas que mencionábamos como ejemplo al inicio hubiesen seguido siendo desdeñadas por los italianos, sólo por haber sido juguetes baratos, jamás hubiésemos llegado a saber de ellas. Se habrían perdido para siempre, en ese limbo en que se pierden injustamente muchas cosas que tienen una preciosa carga de historia que contarnos. Es hora de que los coleccionistas de esta parte del globo comencemos a valorar, investigar y difundir, creando para la posteridad un registro de lo que nuestros países produjeron. Cada miniatura es un pedazo de historia, y está en nuestras manos valorarla y no dejar que se pierda para siempre.

Un deportivo de lujo hecho en el Rímac, la primera pista del die-cast en Sudamérica

En medio de las tribulaciones politico-económicas de los años treinta, una industria peruana se convertiría en pionera del modelismo a escala a nivel latinoamericano

A la izquierda, cruzando el viejo puente de piedra, el distrito de El Rímac, antiguo polo industrial de la capital peruana.

Un, dos, tres; un, dos, tres; un, dos, tres… giraban y reían las parejas al compás de las guitarras, cajones, castañuelas y bandoneones; giraban y reían, parejas de obreros y obreras, de bohemios y cortesanas, giraban como los engranajes de las gigantescas máquinas que operaban durante el día en las fábricas de ese antiguo barrio de Lima, el barrio de abajo del puente; del viejo puente, del río y la alameda, como lo inmortalizaría Chabuca Granda en su composición más célebre.

Un «Sports Tourer» fabricado por Meccano (Inglaterra) entre 1934 y 1941. Escala 1/43 aprox.

En la década de los treinta el Perú atravesaba una de sus épocas más delicadas: la Gran Depresión estadounidense del 29, que puso de rodillas al mundo, dejó moribunda la economía nacional. Como consecuencia, el país vivió una de sus crisis políticas más violentas, que culminó con el asesinato del presidente Sánchez Cerro en el 33.

La depresión ocasionó que el país, cuya principal actividad desde la época virreinal era la exportación de materias primas, no tuviese a quién venderle, pues sus clientes quedaron tan o más pobres que él. Tampoco había de dónde importar,  ya que las entonces potencias, golpeadas por la crisis, habían reducido su capacidad productiva. La situación, dramática en todos los frentes, obligó al Estado a impulsar una maniobra hasta entonces inédita para autofinanciar su recuperación: producir en el país aquellos bienes de consumo que hasta entonces se importaban.

En pocas palabras, apostar por la industrialización del país.

Auburn Speedster de Tootsie Toys (U.S.A.), serie ‘Jumbo’, producido desde 1936.  Escala 1/43 aprox.

Entre los miles de bienes que el país importaba, estaban, por supuesto, los juguetes, y dentro de esa categoría, nuestros inocentes autitos, que en aquella época venían principalmente desde Estados Unidos, Europa y Asia. Llegaban en barco hasta el Callao para distribuirse especialmente en Lima, a través de los grandes almacenes como la famosa Casa Oechsle, que llegó a tener la juguetería más importante de la capital, con un local exclusivo ubicado en el Jirón Carabaya.

En cuanto a fabricantes, se posaron sobre los anaqueles peruanos marcas como Tootsie Toys, Meccano, Märklin y Schuco (hasta que la Segunda Guerra Mundial interrumpió su producción); también, en menor medida, algunos GAMA, Payá y varios penny-toys japoneses e ingleses, de acabados bastante rudimentarios, que eran vendidos en bazares y pequeños negocios.

Miniatura japonesa de los años 30, fabricante desconocido, escala 1/45 aprox

Mario Cánepa & Cía.

Entre las miniaturas que mejor aceptación tuvieron por parte del consumidor peruano durante la primera mitad del siglo XX, estuvieron los Toosie Toys. Por ello, no es casualidad que fuera un Auburn Speedster de Tootsie el escogido por los dirigentes de la entonces joven Sociedad Industrial de Artículos de Metal (S.I.A.M.) – empresa rimense fundada en 1928 con el nombre de Mario Cánepa & Cía. – como modelo para incursionar en el mundo de los autitos de juguete, en medio de la aventura de diversificación industrial.

Auburn Speedster fabricado por S.I.A.M. entre las décadas de los 30 y 40, 1/43 aprox.

El Speedster, específicamente de la serie ‘Jumbo’ de Tootsie Toys, sirvió como matriz para que la casa rimense elaborara un molde al que luego aplicó algunas modificaciones, como el limado de los faros traseros.

La miniatura peruana mide 15 centímetros, y está hecha completamente de fierro fundido. Presenta además aros de plástico, neumáticos de caucho, muy gruesos, y en el chasis, hueco, el logo y nombre del fabricante, acompañado de la especificación: Industria Peruana.

Hasta el día de hoy sólo se conoce la existencia de 2 piezas, ambas en colecciones peruanas, de las cuales la fotografiada es la mejor conservada y lleva además el color que identifica al equipo de fútbol del Rímac.

¿Qué éxito tuvieron en el mercado estas miniaturas? ¿Se produjeron más modelos además del Auburn?

Lamentablemente esas son preguntas que no podemos resolver con exactitud, ya que, pasados casi 80 años desde esta simpática aventura industrial, con tantos cambios de gestión en la empresa, con la lamentable pérdida de documentación y el actual desinterés de la marca por investigar este pedacito de su historia, la tarea se antoja bastante complicada.

Nos queda imaginar que estas piezas pueden deber su origen a dos motivos: un intento de la empresa por diversificarse entrando al mercado de los juguetes, proponiendo miniaturas básicamente de la misma calidad que las importadas por un menor precio, o que nacieron como regalos promocionales de la empresa para sus clientes. Si la primera hipótesis es correcta, parece que el mercado no les favoreció, ya que la producción fue bastante limitada y por ello sólo fabricaron el Auburn.

De cualquier modo, el saber que una industria rimense fue pionera en la fabricación de autos a escala en esta parte del globo, es motivo de orgullo para los coleccionistas peruanos. La información recopilada en esta investigación, es apenas un primera aproximación a estas piezas todavía bastante desconocidas para el mundo del coleccionismo de autos a escala, que merecen un estudio mucho más profundo y cuidadoso que permita descubrir con mayor exactitud esta importante etapa de la historia del die-cast sudamericano.